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La instalación es una representación de cómo el hombre desnaturaliza su ambiente a partir de la contaminación de sus recursos hídricos y la sobreexplotación de recursos naturales de manera no sustentable. Además, refleja cómo ello conlleva la misma destrucción de la especie, buscando generar una reflexión sobre el consumo responsable del ambiente que en el que nos desarrollamos.

Para ello, se confeccionaron objetos de plástico biodegradable con morfología humana, que flotaron en el río Preto, donde fue llevada a cabo la obra. Los muñecos, a partir de dispositivos electrónicos  fueron los encargados de recolectar energía del agua, a partir de la incorporación de celdas microbianas en su interior. La misma fue utilizada como señal para activar sistemas lumínicos ubicados en las entrañas de los muñecos, que generaron un sobrecalentamiento del plástico, y la consecuente aceleración de su descomposición. A mayor energía recolectada (más extracción de recursos naturales), más contaminación, y por lo tanto mayor velocidad de degradación de los objetos (símbolos del hombre). Se constituyó como una metáfora de la debilidad del ser humano a partir de su mal accionar con su ambiente, junto a las consecuencias que conlleva la sobreexplotación: Quedó agónico, abatido y deshecho.

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